miércoles

Bancate ese defecto

¿Qué es lo que García nos muestra en las entrevistas en las que es imposible no reparar en el deterioro de su cuerpo? ¿Una respuesta in corpore a su propio discurso de hace casi 25 años en Bancate ese defecto, incluido en ese gran disco llamado Clix modernos? No tiene importancia alguna, a los fines de estas preguntas, el origen, el mecanismo de construcción (por usar el antónimo de lo que nos muestra La Realidad) de esa imagen al borde del colapso. El asunto es que, ante ese deterioro, no hay intento alguno de disimulo, no hay artificio de ocultamiento: hay una exhibición obscena de un algo indecible que, en aparente paradoja, lo constituye en un fundamentalista de sus propias palabras. Visto desde la perspectiva de esa militancia del verbo, Charly García nos muestra cómo se banca su defecto y cómo éste se traduce en la exhibición de un deterioro radical del cuerpo, independientemente de si se trata un (d)efecto de la edad o de los excesos. Está esculpiendo una obra que se corroe con el Tiempo, que no deja lugar para el agrado y, menos aún, para la empatía y toda la corte de palabras atravesadas por el tamiz de la autoayuda. Es un más allá de su maestría con el piano, de la rudeza realista no exenta de poética de sus letras, de la potencia de la modernidad inyectada en cada disco, del clasicismo de su formación y la rigurosidad de su trabajo: quizás se haya abierto la famosa trampa mortal que presagiaba en esa canción. Una trampa de la que no se puede escapar si no existe una apuesta más allá del mito: la dignidad del sujeto.