sábado

Borges: escritor y poeta

La primera vez que fui a tomar el subterráneo a la estación Congreso de Tucumán no tenía idea de cual sería una buena ubicación en el andén para esperar que una de las ansiadas puertas quedara frente a mis narices. Fue entonces cuando vi la serie de bustos dorados, empotrados en la pared. Y me detuve frente al de Jorge Luis Borges, invocando a las fuerzas literarias para que inspirasen al maquinista. Lo que iba a constatar en posteriores viajes es que la elección fue un gran acierto: una puerta siempre coincide, casi matemáticamente, con el busto de uno de los más conocidos, reconocidos, respetados, criticados y abominados escritores argentinos. Lo que me llamó la atención, de allí en más, fue la placa del busto: "Jorge Luis Borges - Escritor y poeta". Como si fueran excluyentes, como si no tuvieran puntos de contacto.

Y me puse a pensar en qué diferían, para mí, esas palabras. Una sospecha me desvió hacia la etimología de esas palabras. Escritor es aquel que escribe en cualquier género literario, incluso la poesía. Pero la especificidad de la poesía no es tal. Lo que, por antonomasia, se denomina poesía no es sino la poesía lírica. En sus orígenes poesía (proveniente del latín poēsis) era hacer, convertir los pensamientos en materia. Lo que, a su vez, convertía al poeta en un hacedor de escrituras. El mismo poeta que era, para los griegos, el medio de transporte entre la palabra de los dioses (acercadas por las musas) y el hombre. El hacedor, en definitiva, de la fantasía (letra escrita) de convertir en materia el lenguaje. Entonces, quizás no sea un mal comienzo pensar en que la diferencia entre escritor y poeta no tenga que ver con la forma sino con la esencial relación entre la palabra y la letra: el escritor escribe, el poeta inscribe, independientemente de la forma.